Josianne Gauthier es una abogada francocanadiense experta en derechos humanos. Durante toda su vida se ha dedicado a trabajar por la justicia social y el bienestar de los demás. Ha vivido en diferentes continentes y países en los que ha estado expuesta a muchos idiomas y culturas, siempre guiada por su fe católica. Es por eso que no duda en destacar que la encíclica Laudato Si fue un documento muy importante, que la animó a reunir reflexiones y pensamientos para entender que había que trabajar de manera coordinada y en red para comenzar a generar cambios necesarios.
Gracias a toda esta experiencia desde 2017 se desempeña como Secretaria General de CIDSE, la red de Cooperación Internacional para el Desarrollo y la Solidaridad. En ella participan organizaciones católicas de justicia social que trabajan por un cambio transformador para terminar con la pobreza y las desigualdades, desafiando la injusticia sistémica, la inequidad, la destrucción de la naturaleza y promoviendo alternativas justas y ambientalmente sostenibles.
Como parte de nuestra campaña Mujeres que Inspiran, la entrevistamos para que nos de su opinión acerca de cómo las mujeres pueden impactar en la construcción de un futuro, cuáles son los retos a los que deberemos enfrentarnos como sociedad y cuáles serán las claves que nos llevarán a alcanzar un mundo con igualdad, equitativo y respetuoso, no solo con el medioambiente sino con todas las personas que habitan en él.
¿Qué te inspira de tu trabajo y qué aprendiste de él?
Mi trabajo me enseña humildad y valor. Me siento humilde por todo lo que no sé, todo lo que puedo y debo aprender todavía, y también por todos los conocimientos y la experiencia que descubro en los demás, en mis colegas y en las personas que conozco. También aprendo sobre el valor, porque veo a personas que se enfrentan a innumerables obstáculos y no se rinden. Nos animamos a seguir luchando por la justicia, cada uno por su lado, a pesar de todo el mal que vemos, a pesar de todo el dolor que sentimos por nuestras hermanas y hermanos y por el planeta.
¿Cómo podemos inspirar a las nuevas generaciones a desarrollar acciones con impacto positivo en el planeta? ¿Qué mensaje les darías?
Actuar da fuerza y sentido a nuestra existencia. Es un acto de supervivencia y de afirmación. Si no actuamos para mejorar nuestra suerte y la de nuestros semejantes en esta tierra, renunciamos y rechazamos el don de la vida. Vivir no es un acto pasivo. Debemos participar activamente en ella. No se trata de imitar a los demás, sino de encontrar el propio camino, nuestra forma de participar.
Saber que no estás solo también te anima. Cuando actuamos por la justicia, descubrimos a los demás a nuestro alrededor y nos reconocemos a nosotros mismos. Nos sentimos más humanos y más completos.
¿Cómo ves el camino del empoderamiento de las mujeres en los próximos 10 años?
A veces me preocupa la reincidencia, pero recuerdo que esa es la reacción de los que tienen miedo a perder el poder y a compartirlo. Están demasiado acostumbrados y cualquier cambio les parece violento. Creo que el camino no será fácil en la próxima década, precisamente porque empezamos a tocar de verdad a los que están en el poder y eso crea conflictos. Además, de la lucha por la igualdad de las mujeres debemos luchar contra el racismo, por la justicia social y la inclusión. También creo todo esto está íntimamente ligado a la lucha por el cuidado del planeta. La ventaja es que si trabajamos juntos con todos estos movimientos, podemos llegar más lejos juntos.
¿Cuáles crees que serán los retos a que tendremos que enfrentarnos en los próximos años?
La tierra está sufriendo terriblemente y esto ocurre al mismo tiempo que el sufrimiento humano. Los que tienen miedo al cambio, también tienen miedo a perder su poder y están cerrando filas y cada vez hay más división y posiciones extremistas. Es un reto enorme romper este ciclo violento de explotación y abuso y abrir un camino hacia la justicia, la paz y la convivencia digna. Otro desafío que tenemos que abordar es por qué hay desaliento y prevención en la actuación de los movimientos sociales. Si no les damos espacio, si criminalizamos sus acciones y luchas, corremos el riesgo de perder mucho. Además, el tiempo es corto para el planeta y la crisis ecológica es la más urgente de todas. Tenemos que unirnos, todos los movimientos de justicia social, a esta lucha por un cambio profundo en nuestras sociedades, pero con vistas a la justicia. Debemos hacerlo mejor.
¿Cuáles crees que son las ventajas o miradas innovadoras que puede aportar una mujer, para construir un futuro mejor, si impulsamos a que accedan a lugares o puestos de liderazgos?
Toda diversidad de perspectivas es ya una riqueza, nos permite mirar las cosas de otra manera, pero las mujeres han tenido que desempeñar históricamente distintos papeles secundarios, en la sombra. Así que hay un profundo sentido de la responsabilidad entre muchas mujeres, una forma de solidaridad entre mujeres y con otras personas excluidas, que saben lo que es preparar el terreno y asegurarse de que todo se haga, sin tener un reconocimiento directo. Hay una humildad ante los resultados que se pueden obtener.
No creo que las mujeres sean naturalmente más humildes que los hombres, sino que las circunstancias las han obligado a desarrollar una comprensión de su papel como parte de una obra más grande y extensa. En general, también creo que muchas mujeres están más acostumbradas a permitirse cierta vulnerabilidad, a permitirse necesitar a las demás y esto ha reforzado su capacidad de crear redes y de experimentar la solidaridad encarnada. Estoy segura de que todos los hombres son capaces de estas cosas también, pero en muchos casos no han necesitado o tenido la oportunidad de practicar estos dones. Se las podría ayudar a desarrollarse más y así crear una sociedad más solidaria y menos competitiva.
¿Qué deberíamos hacer como sociedad para fomentar que las mujeres tengan un rol más protagonista en cada uno de los sectores y comunidades en las que se desarrollan?
Debemos ceder espacio. Los que han tenido un acceso fácil al poder, a las decisiones, a los beneficios tienen que hacer lugar. Es muy difícil, pero algunos están dispuestos a hacerlo porque entienden que todos ganaremos si compartimos el poder y las decisiones. Trabajaremos mejor juntos y tomaremos mejores decisiones para toda la humanidad.
Es imposible que un pequeño grupo sepa lo que es mejor para todos. Sólo incluyendo voces podemos aprender de los demás y obligarnos a confrontarnos. Es incómodo para los que siempre han ocupado el espacio público, científico y económico, pero tenemos que entender que saldremos fortalecidos de ello, juntos. Para crear este espacio, hay que dar las mismas oportunidades a todo el mundo, sobre todo a través de la educación, no sólo clásica, sino humana, cultural y artística. Hay que dejar que los niños exploren todo su ser, al igual que hay que dejar que las niñas vivan plenamente sus talentos. Y es en la diversidad donde veremos que no estamos en campos de monocultivo, separados por vallas cerradas, sino que somos un campo de flores silvestres de todas las formas y colores, y de poderosa vitalidad. Tenemos que cambiar juntos nuestra visión de lo que es vivir y prosperar.
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Si conoces a una mujer que trabaja por la construcción de un futuro mejor y quieres que su historia sea difundida, puedes ingresar AQUÍ para participar de la campaña Mujeres que Inspiran.