Un niño muerto: estetización del dolor en una imagen.
No remediamos la injusticia haciendo fotoperiodismo, aunque los poderosos digan, como Cameron, que se condolió por ser padre. Respeto a los fotógrafos, pero no se si los medios de comunicación aunque los de mejores intenciones, conmuevan a los decisiones. Si así fuera, sería uno de los que quieren prevenir estas injusticias, porque el niño sirio es el efecto maldito y sabido de las políticas neoliberales.
Mientras se nieguen al voto de los pueblos, mientras financien guerras que dejan estos cadáveres esparcidos ahora hasta por sus playas, su conciencia no será modificada.
De todos modos, no hay que bajar los brazos y apostar porque esta cultura del descarte ceda a la cultura del encuentro.
Recemos por las víctimas, resistamos a la tentación de la acumulación de los bienes y sigamos en su magisterio a Francisco, palabra viva contra quienes hacen de la identidad un valor excluyente que solo se reconoce dentro de sus propias fronteras y de su color pálido, creyendo que son una raza y una cultura superiores.